Díptico. 115 x 100 x 14 cm.
Técnica mixta sobre madera
El díptico de Eugenio Ortiz titulado Oroimena / Memoria (2008) despliega una anamnesis visual, una bella reminiscencia sobre El discurso fúnebre de Pericles, escrito por Tucídides. Datado al final del siglo V antes de Cristo, este discurso constituye un magno monumento político que celebra la democracia ateniense, limitada e idealizada, pero que fue el germen crítico desde el que podemos reconocernos para esa tarea siempre incesante de autoinstitución social y de autolimitación colectiva.
Como es sabido el propósito de ese célebre discurso era manifestar la superioridad de Atenas sobre las demás polis griegas. Tucídides escribe recreando las palabras de Pericles expresadas en un momento de duelo, y lo más sustantivo de su afirmación de la superioridad ateniense reside en los valores e ideales que informan la vida de sus ciudadanos y ciudadanas, imbricada de amor por la sabiduría, el bien común y la belleza.
En ese discurso se dice: «amamos lo bello con sencillez y la sabiduría sin complacencia (…) Una persona puede dedicarse a un tiempo a los asuntos privados y a los públicos (…) Juzgamos convenientes las cosas y reflexionamos sobre ellas, ya que no creemos que las palabras constituyan un obstáculo para la acción, sino que más lo es el no pensar antes de actuar». Todo ello instituía su consideración para que Atenas fuera reconocida como educadora del ideal griego
En la obra de Eugenio Ortiz la memoria de esa paideia queda condensada en este díptico mediante esas formas que sugieren dos lápidas verticales, parecidas pero no idénticas. Pero al mismo tiempo este díptico constituye una forma simbólica del ideal democrático que sería actualizado en la propia institución-ágora de la sociedad que representan las Juntas Generales.